junio 2014

No permita que nada ni nadie roben su felicidad

Si algo le molestaba a Lucía era que su esposo se enojara desde muy temprano en la mañana. “Es de mal carácter”, solía repetir. Olvidaba que así era cuando lo conoció, y lo que veía ahora, era el fiel reflejo de un hombre sujeto al paso de los años, que no encontraba muchos motivos alentadores para quedarse en casa. Ese mal humor de su cónyuge y las constantes ausencias, llevaban a la joven mujer a perder el sueño, y esperarlo hasta altas horas de la madrugada…
            Raúl tiene 21 años. Muy joven aún. Está terminando la universidad. Cursa ingeniería. Está lleno de energía, sueños y ganas de vivir. No obstante, cada vez que se encuentra próximo a un examen parcial, pierde la alegría y entra en depresión. Basta que mire el calendario y anticipe que vendrán las evaluaciones académicas, para experimentar desolación y la sensación de que los días son grises así el sol brille en lo alto.

Es esencial desarrollar intimidad con Dios

Con frecuencia encuentro personas que creen haber cumplido en su relación con Dios simplemente por asistir a los cultos, ofrendar para el Reino y leer uno que otro capítulo de la Biblia. ¡Tremendo error! No se concibe un cristiano que no pase tiempo en oración y no se pensar tampoco que un discípulo del Señor Jesús no experimente crecimiento en la intimidad con Dios. Tiempo y crecimiento en el Señor, son dos asuntos que van de la mano.
           

Dios nos permite vencer las adicciones

“Conocí a Cristo hace seis años, en un barrio de extramuros de ciudad de México. Estudié ingeniería electrónica, pero me retiré en el cuarto año. Y estaba en ese barrio porque soy adicto a las drogas. Probé en la universidad marihuana, a través de una novia, pero luego seguimos con cocaína. Dejé de estudiar y consigo la manutención y el dinero para proveerme de droga, elaborando manillas que vendo a los transeúntes. Busco de Dios, dejo fumar por un tiempo, y vuelvo a lo mismo. Quiero salir pero no se cómo. Estoy desesperado y he pensado que solo la muerte podría liberarme.”


Pregúntese qué está afectando su vida espiritual

¿Por qué motivos debemos orar? Una pregunta de suma importancia. Si bien es cierto, en la Escritura encontramos que Dios conoce cuáles son nuestras necesidades, no estamos exentos de ser específicos en nuestras oraciones. Pueden ser por crecimiento espiritual, salud, provisión financiera, paz para nuestro ser, la conversión de un familiar y que el Señor te revele cuál es Su plan para tu vida, entre otras.
            Comenzar y terminar nuestra jornada, prendidos de la mano de Dios en oración, nos asegura dar pasos de victoria, como nos enseñó Jesús el Señor con su ejemplo: “En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”(Mateo 14:22, 23).

Es esencial que aprendamos, con ayuda de Dios,
de qué manera vencer la tentación
Conforme vas avanzando en el conocimiento de Dios y Su Palabra, aprenderás cosas nuevas que están relacionadas con tu crecimiento personal y espiritual. La tentación es una de ellas.

¿Te resulta familiar el término? Sin duda que si. Es una palabra muy pequeña que encierra un enorme significado. ¿Te has preguntado alguna vez qué es la tentación y de qué manera afecta tu existencia?

Probablemente antes no habías reflexionado en el asunto, pero ahora que estás caminando de la mano del Señor Jesucristo te ves confrontado con el hecho de ser tentado y las funestas consecuencias que se derivan de ceder...

Descubra qué afecta su vida de oración
 Fernando Alexis Jiménez 
Con frecuencia olvidamos que en el ámbito espiritual tenemos a disposición tres fundamentos para la victoria: la oración, el estudio sistemático de la Biblia y la fidelidad en seguir al Señor Jesús. Ahora sin nos enfocamos específicamente en el tema de la oración, ¿Cuál es en sus propias palabras el significado de orar?¿Qué significa para usted y para su vida la oración?
            Es probable que tenga  las ideas preconcebidas que nos forjaron desde la iglesia tradicional a la que asistía, en la cual orar era una concatenación de frases, muchas veces sin mayor trascendencia para nosotros, conocidas como oraciones, novenas y letanías. Al respecto el Señor Jesús fue muy claro en señalar: “Y orando, no uséis de vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería, serán oídos. No os hagáis, pues, semejante a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que  vosotros se lo pidáis.”(Mateo 6:7, 8).

Recibir al Señor Jesús es una
maravillosa experiencia


“Asistí a la iglesia hace algunos días. Me gustó el mensaje que predicó el pastor. Muy claro. Habló bastante sobre lo que estoy atravesando. Recibí a Cristo en mi corazón. Lo que me pregunto es, ¿ahora qué sigue?”.
L.M.Z. Lima, Perú
Respuesta:
Recibir a Jesús como señor y Salvador es algo maravilloso, una experiencia que—si la asumimos a conciencia—resulta inolvidable. ¿Qué implica ese paso? Al menos tres cosas: la primera, dejar atrás una vida de pecado; la segunda, comenzar a ser una nueva criatura, y en tercer lugar, vivir la experiencia de ser hijo de Dios.
Es probable que diga: “Vamos despacio; lo que dice es maravilloso pero quiero entender a cabalidad qué significado tiene la decisión que tomé de recibir al Señor Jesucristo, y también, ¿qué sigue ahora?”. De acuerdo. Se trata de algo muy grandioso. Estudiémoslo juntos, paso a paso.
Es abandonar una vida pecaminosa
Dios creó al hombre con un propósito maravilloso: que disfrutara la vida por siempre. “Dios el Señor había plantado un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado. Tomó, pues, Dios el Señor al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y lo guardara. Y Dios el Señor mandó al hombre: “Puedes comer de todo árbol del huerto; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás. El día que comas de él, de cierto morirás” (Génesis 2:8, 15-17).


Título: Llegue a nuevos niveles en el poder del Espíritu Santo

Lectura Bíblica: Juan 14:15, 16; Joel 2:28-32;

Introducción:

La Presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas produce transformación. Podemos vivirlo, sentirlo, exteriorizarlo con las lenguas que son uno de los dones visibles que trae a nuestra existencia. Todo aquél que es bautizado con el Espíritu se mueve en una dimensión especial, espiritual, de intima comunión con el Padre celestial, con ese Dios que obra en quienes disponen su corazón para Él. Conozcamos hoy lo que nos enseñan las Escrituras respecto al bautismo del Espíritu.

Dios desea que procuremos la unidad de la familia

Fernando Alexis Jiménez
Dios creó la familia. Él sabe todo acerca de sus conflictos pero también, de las soluciones. Él es el Hacedor y en la Biblia, entregó un manual para encontrar respuestas a todos los interrogantes y dificultades que nos asaltan. Procurar soluciones aparte de Él es tropezar con enormes barreras e incrementar el nivel de los conflictos.


Es tiempo de liderar a la familia brindándoles buen ejemplo


1.  Lectura Bíblica: Tito 1:6-8

2. Versículo para memorizar:

“El anciano debe llevar una vida intachable. Tiene que serle fiel a su esposa,  y sus hijos deben ser creyentes que no tengan una reputación de ser desenfrenados ni rebeldes.”(Tito 1:6. NTV)

3. Reflexión en la Palabra de Dios:

¿Cómo lograr que la relación de pareja y con los hijos experimente crecimiento? Es una de las preguntas que se formulan con mayor frecuencia a los guías espirituales cristianos, a sicólogos, a consejeros de familia e, incluso, a quienes estando en el mundo, muestran algún grado de sabiduría.


Es tiempo de liderar apropiadamente nuestra familia


1. Lectura Bíblica: Tito 1:7, 8

2. Meditación familiar:

La vida cristiana es dinámica. Quienes profesamos ser seguidores del Señor Jesús, experimentamos crecimiento permanente en la vida de fe pero también, en las relaciones que desarrollamos con nuestro cónyuge y los hijos. Sólo cuando alcanzamos este nivel, podemos servir adecuadamente en la extensión del Reino de Dios.


Dios desea que brindemos buen trato a nuestra esposa


1. Lectura Bíblica: Génesis 2:18-25; 1 Pedro 3:7

2. Objetivos:

2.1. Que al término de la Célula Familiar los concurrentes comprendan la importancia de evaluar el trato que prodigamos a nuestro cónyuge y apliquemos correctivos en aquellos aspectos en los que estamos fallando.
2.2. Que al término de la Célula Familiar los concurrentes comprendan que quienes más sufren con las dificultades al interior de la relación de pareja, son los hijos.
2.3. Que al término de la Célula Familiar los concurrentes tomen la decisión de darle el lugar que le corresponde a Dios en nuestros hogares.

Discipulado no es otra cosa que seguir al Señor Jesús

¡Extraordinario! Aceptaste al Señor Jesucristo en el corazón como tu único y suficiente Salvador... ¿Sabes lo que eso significa? Por lo menos tres cosas:
          1.- Dejas atrás una vida de pecado.
          2.- Eres una nueva criatura en Cristo.
          3.- Ahora comienzas una nueva vida como hijo de Dios.
Es probable que digas: “Vamos despacio; lo que dice es maravilloso pero quiero entender a cabalidad qué significado tiene la decisión que tomé de recibir al Señor Jesucristo, y también, ¿qué sigue ahora?”.


Es tiempo de acercarnos a Dios hoy mismo



Sobre la oración se ha escrito mucho. Basta que vaya a una librería cristiana para que pueda apreciar la infinidad de títulos y de autores que versan sobre cómo orar y las estrategias para ser eficaces cuando vamos a la Presencia de Dios. Ahora, ¿realmente sirven todos esos textos? Sin duda que sí, entonces, ¿por qué nos avanzamos? Porque hay una enorme brecha entre conocer cómo y vivir el cómo.

Hasta tanto logremos superar esa brecha, probablemente no daremos pasos sólidos para experimentar crecimiento en nuestra espiritualidad. De lo contrario, sin duda, nos moveremos en un desasosiego permanente, sin poder llenar el vacío que representa no poder sostener una relación íntima y edificante con el Dador de la vida.

Si ha caminado por ese sendero de búsqueda que parece interminable y a primera vista se aprecia que se pierde en un horizonte lejano, llegó al lugar apropiado.

Llegue a una conclusión: Quizá no sabe orar y ¡necesita aprender! Creo que todos hemos pasado por ese momento decisivo en nuestra vida espiritual. Y cuando dejamos de lado todo viso de orgullo para dar paso a contemplar la posibilidad de que si bien no sabemos orar, deseamos aprender cómo y reconocer que quien puede ayudarnos es Dios mismo.

Dios nos ayuda a orar como debemos

Al dirigirse a los creyentes de Roma en el primer siglo, que sin duda experimentaban al igual que nosotros inquietud sobre cómo orar, el apóstol Pablo sentó las bases del principio más maravilloso que podemos aplicar a nuestra espiritualidad devocional: Dios nos enseña a orar.

Él escribió: “Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes,  en armonía con la voluntad de Dios.”(Romanos 8:26, 27. NTV)

¿Se ha preguntado alguna vez si su oración está llegando a la Presencia del Señor? Creo que a todos nos ha ocurrido. Es una expectativa que quisiéramos colmar, con esa misma ansiedad de quien espera que toquen a la puerta de su apartamento y un cartero con rostro sonriente le saluda y luego le dice: “Aquí Dios le envía un mensaje”. Usted mira el sobre, cuidadosamente acomodado, y sabe que ahí está la respuesta pero al mismo tiempo una amalgama de sentimientos le lleva a sentir temor de abrirlo.

¡Dios nos ha enviado un mensaje claro sobre cómo orar! Está en las Escrituras y es Pablo quien lo deja claro: El Espíritu Santo intercede por nosotros y nos ayuda a orar como debiéramos. Es Dios mismo quien nos guía por el sendero apropiado.

Aprendemos del Maestro de maestros

Cuando procuramos cómo orar adecuadamente, y más si estamos desarrollando algún ministerio en la extensión del Reino de Dios, debemos acudir al ejemplo que nos brinda el Señor Jesús y que se consigna en los Evangelios.

Una buena sugerencia es que tome la Biblia y comenzando desde Mateo hasta concluir en Juan, resalte con colores cada uno de los pasajes donde se habla de la oración y de algo que era una disciplina diaria en el Señor Jesús: Orar.

Medite en esos versículos y pregúntese de qué manera puede aplicarlos a su vida. Puedo asegurarle que iniciará un proceso maravilloso de crecimiento espiritual que irá en aumento cada día.

Comience sus jornadas en oración

Con más frecuencia de lo que quisiéramos, estamos muy ocupados con los quehaceres que tenemos escritos en la agenda, pero también aquellos que salen al paso y que nos resultan inevitables.

Abrimos los ojos al sonar la alarma del reloj despertador—lo más probable es que el primer pensamiento sea para Dios--, e inmediatamente tomamos conciencia que llegó la hora de emprender un nuevo día y de atender múltiples compromisos, compromisos que a veces nos esclavizan.

¿Cuál es el primer punto que debemos atender? Sin duda el hablar con Dios, quien guía nuestros pasos y es quien prospera nuestros planes y proyectos cuando los sometemos en Sus manos (Salmo 37:5) Pero, seamos sinceros: No lo hacemos así.

Generalmente saltamos de la cama y emprendemos el ritual de arreglarnos, tomarnos un desayuno ligero e ir al trabajo; nos ocupamos ocho horas o quizá más en la oficina o la factoría, y regresamos cansados para reiniciar el ciclo unas cuantas horas después.

Nuestro amado Salvador  iniciaba su día en oración. El evangelista Marcos relata que: “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar.”(Marcos 1:35. NTV)

¡Claro que las jornadas de Jesús eran intensas, pero aun así, no por ello dejaba de orar! Esa práctica de intimidad con el Padre que era cotidiana en el Salvador, no era cuestión de unas veces y otras no, sino de todos los días, recién comenzaba a amanecer.

Como apreciará, es tiemplo de aplicar modificaciones a nuestra cotidianidad y empezar cada mañana en oración, que sin duda, agrada a nuestro amado Creador. El rey David lo expresó con las siguientes palabras: “Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua.”(Salmo 63:1. NTV).

Es esencial que no solo anhelemos a nuestro Padre celestial como un rapto de emocionalismo, sino con un corazón sincero, y que desarrollemos intimidad con Él emprendiendo cada día con oración.


Tome decisiones, pero con oración

Desconozco cuántas veces ha cometido errores por decisiones equivocadas. En mi caso han sido muchas las veces que fallé al inclinarme por un negocio, un viaje o simplemente una compra doméstica. Minutos, horas o días después me arrepentí. ¡No había nada qué hacer!

Lo más probable es que a todos nos ha ocurrido lo mismo. Nos dejamos guiar por amistades o quizá un promotor comercial. Nos pintan un panorama alentador, que promete mucho. Llegado el momento comprendemos la magnitud del equívoco.

Nuestro Maestro Jesús no tomaba decisiones sin antes consultarlas al Padre. Sus actuaciones estaban rodeadas por oración, como lo leemos en Evangelio de Lucas: “Cierto día, poco tiempo después, Jesús subió a un monte a orar y oró a Dios toda la noche.”(Lucas 6:12. NTV)

¿Por qué lo hizo? Porque al día siguiente debía escoger a sus discípulos. Y Él oró sin medir el paso de las horas. Intimidad con Dios. Permanencia en Él.

Un principio que aprendemos para nuestra vida práctica de fe, es orar antes de decidir algo, incluso aquello que nos parezca muy trivial.

Termine sus jornadas en oración

Lo mejor que podemos hacer como discípulos de Jesús el Señor, es comenzar nuestras actividades diarias en oración, pero además, terminar las jornadas en búsqueda del rostro de Dios.

Aun cuando estaba muy cansado, nuestro Salvador lo hacía siempre. No había excusa. El evangelista Mateo lo describe así: “Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche.” (Mateo 14:23. NTV)

¡Cuántas veces pretextamos estar muy cansados para no orar! No le ha ocurrido a usted solamente. A mí, al vecino, a todos. Y el hecho de tratarse de un comportamiento o hábito común, no significa que sea bueno. Por el contrario, es equivocado y nos lleva a errores, por con Dios iniciamos el día y con él, debe terminar.

Sólo cuando aplicamos modificaciones a nuestro esquema de oración, podemos expresar: En paz me acostaré y dormiré, porque solo tú, oh Señor, me mantendrás a salvo.”(Salmo 4:8. NTV)

No es asunto de si queremos o no, sino de evaluar qué nos conviene. Y usted está llamado a tomar decisiones radicales, que con ayuda de Dios, permanezcan en el tiempo.

¿Cuánto tiempo orar?

Con frecuencia al dictar conferencias me preguntan: ¿Cuánto tiempo debemos orar? Y mi respuesta es invariablemente la misma: Todo cuanto más pueda.

El apóstol Pablo reafirma este principio cuando enseña: Nunca dejen de orar.”(1 Tesalonicenses 5:17.NTV)

Orar debe ser un principio de vida que no se circunscribe a tiempo, sino más bien, a la disposición de nuestro corazón. Orar siempre.

Le animamos para que evalúe su vida de oración y, desde hoy, aplique modificaciones en la meta que nos asiste de desarrollar intimidad con Dios…

Preguntas para evaluar su vida de oración y experimentar crecimiento diario:

Por favor, tome tiempo para leer las preguntas. En caso de que hayan citas bíblicas, búsquelas y medite sobre lo que enseñan a su vida. Podemos asegurarle que experimentará crecimiento espiritual cada día…

a. ¿Qué significa para su vida el pasaje de Romanos 8:26, 27?¿Qué le enseña particularmente en cuanto a la oración?
b. ¿Considera que sus oraciones están llegando a la presencia de Dios?¿Por qué razón considera que tal vez no es así?
c. ¿Por qué es importante iniciar nuestras jornadas en oración (Salmo 37:5)?
d. ¿Con cuánta frecuencia iniciamos nuestras jornadas en oración?
e. ¿Qué debemos hacer cuando nuestro anhelo es Dios en nuestra vida (Salmo 63:1)?
f.  ¿Cómo iniciaba y terminaba el Señor Jesús sus jornadas (Marcos 1:35; Mateo 14:23)?
g. ¿Qué nos garantiza, en nuestra vida diaria, el que pasemos tiempo en oración (Salmo 4:8)?
h. ¿Hemos meditado en torno a cuánto tiempo debemos orar (1 Tesalonicenses 5:17)?



Dios nos hace vencedores en la oraciòn


Fernando Alexis Jiménez
Sobre la oración se ha escrito mucho. Basta que vaya a una librería cristiana para que pueda apreciar la infinidad de títulos y de autores que versan sobre cómo orar y las estrategias para ser eficaces cuando vamos a la Presencia de Dios. Ahora, ¿realmente sirven todos esos textos? Sin duda que sí, entonces, ¿por qué nos avanzamos? Porque hay una enorme brecha entre conocer cómo y vivir el cómo.

Hasta tanto logremos superar esa brecha, probablemente no daremos pasos sólidos para experimentar crecimiento en nuestra espiritualidad. De lo contrario, sin duda, nos moveremos en un desasosiego permanente, sin poder llenar el vacío que representa no poder sostener una relación íntima y edificante con el Dador de la vida.

Si ha caminado por ese sendero de búsqueda que parece interminable y a primera vista se aprecia que se pierde en un horizonte lejano, llegó al lugar apropiado.

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