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Por Fernando Alexis Jiménez

Dios nos ama. También ama a nuestra familia. En conjunto, somos muy especiales para Él. Y está dispuesto a escuchar nuestras oraciones y proveernos para las necesidades, como dicen las Escrituras: “Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.”(Salmo 107:9)

Le invito a considerar lo que nos enseña el autor y conferencista, Charles Stanley: “Toda persona es una creación hermosa y especial, junto con necesidades y deseos particulares. Hay, no obstante, algunas necesidades que podemos llamar universales. Son cosas que todas las personas necesitan en sus vidas:

Dios nos ayuda a establecer una relación
una relación sólida

Si hay algo que asegura la permanencia de la familia, la solidez en la relación de pareja y una buena comunicación en el esquema padres-hijos, es el amor, que debe primar en todo momento. “Mi esposa tiene muchos kilos demás, voy a separarme.”, se quejaba un hombre. ¡Sin duda nunca la amó, porque el amor está por encima de las circunstancias! “Mi marido es insoportable con sus achaques”, se lamentó una mujer próxima a los cincuenta años. ¡Lástima, mi hermana: Se ve que nunca amó a su esposo! Comprendo que podrá argumentar que el amor se acaba, con lo cual el asunto es más grave porque si ha dejado de querer a su cónyuge es porque no cultivó el amor, que debe regarse diariamente con palabras y hechos.
            Cuando hay amor, no solo crecemos en nuestra relación familiar, sino que resistimos las situaciones difíciles que puedan tocar las puertas de nuestra casa. El hogar seguirá sólido, nada impedirá que sigamos adelante. Recordemos la historia de una pareja de ancianos de México, quienes llevaban cerca de setenta años casados y aún seguían juntos. “El secreto—le dijo el hombre a los periodistas—ha sido nunca guardar rencores hacia mi esposa. Y ella aprendió ese principio.”. ¡Tremendo ejemplo de vida! El amor nunca deja de ser…

Si hay crisis en familia, debemos someterlas en manos de Dios

Una joven mujer compartía su desesperación por la situación de su hogar. “Mi esposo no es el mismo que conocí, es decir, el novio de mi tiempo de universidad. Es desconsiderado, bebedor y en algunos casos agresivos.”. Compartir la vida juntos se había tornado en un infierno.
            Cuando profundizamos un poco en el asunto descubrimos que al comienzo iban juntos al servicio dominical. Hasta allí todo iba bien. El asunto comenzó a complicarse  cuando decidieron quedarse un poco más descansando, en cama. Iban al mediodía a la reunión de la Iglesia. La costumbre tomó tal fuerza que ya ni siquiera iban al templo. ¡Habían llegado los problemas!

Es esencial testimoniar el amor a nuestra familia

1.  Lectura Bíblica:  Mateo  19:14; 1 Timoteo 5:8; 1 Juan 4:9; 1 Corintios 13.13; Juan 13:35

2. Objetivos:

2.1. Que al término de la reunión de Célula Familiar los concurrentes comprendan la importancia de tener especial cuidado en la formación de nuestros hijos, con amor, tolerancia, comprensión y apoyo.
2.2. Que al término de la reunión de Célula Familiar los concurrentes  comprendan la importancia de impartir una educación fundamentada en principios y valores para los hijos.
2.3. Que al término de la reunión de Célula Familiar los concurrentes  comprendan necesidad de prodigarnos amor como pareja, porque ese ejemplo lo aplicarán los hijos a su propia relación familiar futura.

Debemos encontrar alternativas al fenómeno de la separación familiar

1.- Lectura Bíblica: Salmo 139:23, 24; Proverbios 9:12; Santiago 1:9;

2.- Objetivos:

2.1.- Que los asistentes a la Célula Familiar comprendan la importancia de aplicar los principios del compromiso y la perseverancia para edificar familias sólidas.
2.2.- Que los asistentes a la Célula Familiar comprendan la importancia de la comprensión y la tolerancia como pasos para resolver los problemas familiares.
2.3.- Que los asistentes a la Célula Familiar reafirmen en sus vidas la disposición de involucrar a Dios en casa para que ayude a resolver los conflictos familiares.

Es importante que reine el amor familiar con
ayuda de Dios

El amor debe comenzar en el hogar. Es allí, en casa, donde recibimos amor y aprendemos a amar. Los padres tenemos sobre nuestros hombros la enorme responsabilidad de enseñar a nuestros hijos de qué manera recibir y dar amor.
            Muchas personas que son duras de corazón, insensibles, lo más probable  es que hayan aprendido esas actitudes en su propia familia en la cual el demostrar amor era considerado como un signo de debilidad. Eso les llevó, de manera inconsciente, a bloquear su capacidad para amar.
            Si durante la niñez y adolescencia experimentamos falta de amor, lo que sin duda afecta hoy la relación de pareja y con nuestros propios hijos, es fundamental que en oración pidamos a Dios que ministre sanidad en nuestro mundo interior.
           

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