Cuando comenzamos a desarrollar intimidad con Dios,
avanzamos significativamente en el proceso de orar y tener comunicación con Él.
Es un nivel al que todos deseamos llegar. ¿Se logra rápidamente? El
interrogante tiene dos respuestas: La primera que sí es posible, y la segunda,
que esa posibilidad está ligada al grado de dependencia que desarrollamos de
nuestro amado Padre celestial.
El
apóstol Pablo, uno de los más grandes discipuladores y apóstoles de todos los
tiempos, lo describe en la carta que dirige a los creyentes de Corinto: “¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero
oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré
también con el entendimiento.”(1 Corintios 14:15)
Observe
cuidadosamente que hay dos componentes en esta instrucción: La primera, orar en
el espíritu—que es un diálogo directo con Dios—y la segunda, que orar en ese
grado de intimidad con el Señor no nos exime de ser conscientes de lo que
decimos.
El
autor y evangelista del siglo pasado, R. A. Torrey, escribió: “La verdadera oración es oración en
Espíritu, es decir, la oración que el Espíritu inspira y dirige. Cuando venimos
ante la Presencia de Dios debemos reconocer “nuestra debilidad”, nuestra
ignorancia de qué es lo que debemos pedir, o de cómo orar, y en la conciencia
de nuestra total incapacidad para orar bien debemos buscar ayuda en el Espíritu
Santo, entregarnos a Él por completo para que dirija nuestras oraciones, guíe
nuestros deseos y nos lleve a expresarlos.”(R. A. Torrey. “Cómo orar”.
Editorial Peniel. Argentina. 2006. Pg. 66)
El
asunto parece complejo pero es muy sencillo. ¿Por qué razón? Porque hasta el
momento hemos orado en un nivel básico pero es necesario adentrarnos en aguas
profundas que se derivan de una intimidad con nuestro Supremo Hacedor. Y esa
intimidad no se alcanza con unos cuantos minutos de oración, sino con
Permanencia en Él.
¿Qué ocurre cuando oramos en el Espíritu?
Una de las preguntas más frecuentes
cuando abordamos el tema, es: ¿Qué ocurre cuando oramos en el Espíritu? La
respuesta gravita alrededor de una respuesta: es una oración que elevamos
conforme a la voluntad de Dios, voluntad que nos ayuda a conocer el Espíritu
Santo.
Torrey
aborda de nuevo el tema, al escribir: “Cuando oramos en el
Espíritu, oramos por cosas correctas y de la manera correcta. Habrá gozo y
poder en nuestra oración.”(R. A. Torrey. “Cómo orar”. Editorial Peniel.
Argentina. 2006. Pg. 68)
Esa
intimidad con el Señor nos lleva a pedir con confianza, bajo la certeza de que
Dios nos escucha y que nuestro clamor tendrá respuesta. Eso no es alto
intrascendente sino maravilloso porque tomamos conciencia de un Dios que es
Padre, nos ama y se preocupa de nuestras necesidades.
Es
un nivel en el que comenzamos pero que nos lleva a nuevas alturas, hasta el
punto que el apóstol Pablo escribe a los creyentes de Éfeso: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el
Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos.”(Efesios 6:18).
¿Reviste
importancia el orar en el Espíritu? Por cierto que sí. Se menciona varias veces
en las Escrituras, y Judas instruye: “Pero vosotros,
amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo.”
(Judas 20)
Una pregunta que sin duda le asalta: ¿Orar en el Espíritu
está ligado a una actitud o una disposición? La respuesta es: disposición. Disponernos para
adentrarnos en el Señor hasta el punto en el que dejamos de preocuparnos por el
paso del tiempo y lo que anhelamos es estar en Su Presencia, moviéndonos en el
centro mismo de Su voluntad.
Es tiempo de
comenzar a orar en el Espíritu
Recuerde que hemos insistido y lo haremos hasta la saciedad, que a orar
se aprende orando. No es asunto de pretender que en un abrir y cerrar de ojos
hayamos desarrollado intimidad con el Señor. Es un proceso que va de la mano
con disponer nuestro corazón para conocer a Dios en su real dimensión.
¿Imposible? Por supuesto que no. Progresivo, si se quiere.
El Espíritu mismo nos
enseña, conforme nos adentramos en Él, de qué manera debemos orar: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” (Romanos 8:26)
Por favor, tenga en cuenta que no necesariamente está
asociado a hablar en lenguas. Puede darse, pero en cada uno de nosotros debe
haber conocimiento de qué estamos expresando.
Cuestionario
para profundizar en la Lección 8:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados
de cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por favor, anote las
respuestas:
a. ¿Hemos avanzado en el proceso de orar a Dios?
b. ¿Ha pensado que en la vida del cristiano deben ocurrir milagros? Es
algo inherente a nuestro desenvolvimiento como siervos de Jesucristo.
c. ¿Por qué insiste el apóstol Pablo en la necesidad de
orar en el espíritu pero también con el entendimiento (1 Corintios 14:15)?
d. ¿Por qué dice Torrey que la verdadera oración es en
el Espíritu?
e. ¿Cómo enseñan las Escrituras que deben ser las
oraciones (Efesios 6.18)?
f.
¿Acaso
nos ayuda la oración en el Espíritu a ser edificados (Judas 20)?
g.
¿Podría
describir un beneficio de orar en el Espíritu (Romanos 8:26)?
© Fernando Alexis Jiménez
Publicar un comentario
Muchas gracias por compartirnos tu opinión. Para nosotros es muy valiosa.