Quien ora a Dios entra en una nueva dimensión |
1.- Lectura
Bíblica: Mateo 18:19, 20
2.- Versículo
para Memorizar:
“También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.”(Mateo 18: 19, 20. NTV)
3.- Reflexión en
la Palabra de Dios:
Orar a Dios constituye un verdadero reto. Y le digo que un reto porque
en una sociedad como la nuestra, carente de principios y valores, el que haya
alguien convencido de la respuesta a su clamor, es difícil de encontrar.
“Busca soluciones”, le dirán. Otro más quizá quiera desalentarlo: “¿Para qué orar si Dios no escucha?”. ¿Qué
si consulta a algún cristiano? Probablemente también albergará en su corazón
cierta reticencia. Sí, aunque le parezca difícil de creer, muchas de las
personas que se proclaman creyentes todavía no han desarrollado una intimidad
tal con Su Creador que les lleve a tener la firme convicción de que Él escucha
sus oraciones.
Convencimiento y
perseverancia son dos ingredientes fundamentales en su vida de oración.
Convencimiento de que somos escuchados por Aquél que todo lo puede, y
perseverancia para seguir clamando así no vea respuestas inmediatas, o aún si
no se dan.
Un autor cristiano que
impacta vidas anota: “Mi
experiencia ha sido que, aunque sea doloroso, Dios se encarga de nuestro
crecimiento. Llegarán momentos en los cuales nosotros oraremos por algo y nada
sucederá. No habrá respuesta, no porque no tengamos fe ni porque le hayamos
fallado a Dios en algo, sino porque nuestro Padre celestial quiere que veamos
más allá de nosotros mismos.” (B.J. Willhite. “Cómo orar”, Editorial CLC.
EE.UU. 1988. Pg. 23)
Si creemos y perseveramos, aquello que humanamente parece imposible
sucederá. El Señor Jesús enseñó a sus discípulos y a nosotros hoy: “También
les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra
con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí
entre ellos.”(Mateo 18: 19, 20. NTV)
Cuando nuestra vida de
oración se dinamiza, comenzamos a transitar por otro sendero, en camino hacia
nuevos niveles en nuestra vida espiritual. Y se dinamiza cuando oramos.
Recuerde que a orar aprendemos orando.
Si estamos orando pero
nada ocurre, quizá hay obstáculos que superar; no provienen de Dios sino quizá
de nuestras propias actitudes.
Aquí me permito citar
al autor y conferencista internacional, Myles Munroe: “Usted puede tener una vida de oración eficaz que se desborde sobre las
otras áreas de su vida. Dios desea que usted experimente fortaleza espiritual e
intimidad con Él para que cumpla sus propósitos. Los principios que usted
descubra le ayudarán a despejar los
obstáculos de la oración no contestada que ha estado reteniendo el cumplimiento
de su propósito para que pueda entrar en una nueva dimensión de fe, profundo
amor hacia Dios y poder para el servicio.” (Myles Munroe. “Entendiendo el
propósito y poder de la oración”. Whitaker House. 2005. EE.UU. Pg. 32)
Hoy iniciamos el tercer
nivel de la Escuela de Oración. El reto es adentrarnos más en las profundidades
de Dios. Movernos en la certeza que somos escuchados en nuestro clamor, que las
oraciones tendrán respuesta y que los milagros ocurrirán.
Esa actitud de
confianza y rendición a Dios es la que marca la diferencia en la vida de un
cristiano. Estoy seguro que si toma la decisión hoy, experimentará un
crecimiento espiritual sorprendente. Su vida con el Señor jamás volverá a ser
la misma.
Le animo a emprender
con disposición de corazón, fidelidad a Dios y actitud de perseverancia ese
camino hacia el crecimiento en su vida devocional. Hasta el momento sin duda ha
dado pasos significativos que resultarán útiles en el proceso de crecimiento
espiritual en el que está empeñado. Vienen cosas nuevas, experiencias
maravillosas, un mundo de milagros que se abre frente a usted… ¡Es tiempo de
dar el siguiente paso!
4.- Preguntas
para el crecimiento personal y espiritual:
a.- ¿Cómo anda mi vida de oración por estos días?
b.- ¿He experimentado desánimo en mi vida espiritual?
c.- ¿Tengo identificado qué produce mi desánimo?
d.- ¿Estoy con la disposición de reemprender mi vida devocional?
e.- Someto hoy mi vida de oración delante del Señor, mi Creador,
quien me ayuda en cada nuevo paso…
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